En la tierra nueva, en la cual morarán los justos, Dios proveerá un hogar eterno para los redimidos y un perfecto ambiente para la vida eterna, el amor, el gozo, y el conocimiento en Su presencia. Aquí mismo morará Dios con Su pueblo, y el sufrimiento y la muerte pasarán. La gran controversia habrá acabado, y el pecado no existirá más. Todas las cosas, animadas e inanimadas, declararán que Dios es amor; y Él reinará para siempre. Amén. (2 Pedro 3:13; Isaías 35; 65:17-25; Mateo 5:5; Apocalipsis 21:1-7; 22:1-5; 11:15).
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